2.4.12

La tecnología al servicio de la exclusión: El código QR


“Sin embargo, la intensificación del progreso parece estar ligada con la intensificación de la falta de libertad. A lo largo de todo el mundo de la civilización industrial la dominación del hombre por el hombre está aumentando en dimensión y eficacia.”
Herbert Marcuse, Eros y civilización (1958)

La eterna promesa de la técnica es proporcionarnos más “tiempo libre”. Libre para el ocio, para el descanso, para lo que queramos, pero más tiempo. Secundariamente (o al menos secundariamente ante una visión ingenua) facilita un ordenamiento social, una optimización del proceso productivo, la maximización de las ganancias económicas, la facilitación de la recopilación y almacenamiento de información (fin muchas veces no declarado).
El discurso oficialmente inculcado es que la tecnología está llegando a todos: disminución en el precio de venta de artículos tecnológicos, masificación de internet, inclusión de dispositivos tecnológicos en establecimientos educacionales. La democratización de la tecnología nos beneficia a todos por igual. O nos beneficiaría, si no se es tan optimista como el discurso oficial.
Hace algunos días me relacioné por primera vez con los “códigos QR”, presentes como infografía en una exposición de museo y dando la opción de “descarga más información”. Lo que me pareció más llamativo, es que desde la página de inicio del museo no es posible acceder a la página que alberga la información asociada al código QR, no hay enlaces que dirijan a ella.
Luego, viajando en el Metro, pude observar múltiples avisos en los que figura el código QR, principalmente de universidades que ofrecen cursos de postítulo en áreas de negocio o economía; además de una cadena de supermercados que da la opción de comprar productos básicos desde el andén del Metro y después recibirlos en casa, siempre y cuando se viva en comunas “ABC1” de Santiago.
Todos estos códigos conducen a páginas web, las cuales podrían figurar en dichos avisos con su url habitual, pero por supuesto, sería necesario escribirlas para acceder a ellas. El código QR facilita el proceso, reduce el tiempo necesario para acceder a la página, a la vez que se vuelve exclusivo y excluyente. Exclusivo para quienes poseen teléfonos de última generación, con cámara fotográfica incorporada, aplicación de lector de códigos QR y conexión a Internet. Excluyente para todo el resto, ya que ni siquiera da la opción de copiar la dirección url para buscar la página desde un computador con conexión tradicional a Internet.
Algunos denominarán a esto “segmentación del mercado”, usarán términos como “público objetivo”, intentarán centrarse en las ventajas inherentes a esta tecnología. Para mí, esto es tecnología al servicio de la exclusión.