10.6.12

Éticas libertarias para el Tercer Milenio: Elogio de la Fraternidad


"Libertad, Igualdad, Fraternidad".
La proclama de la Revolución Francesa resulta inspiradora en el quehacer cotidiano, aunque puede ser objeto de reflexión sobre su real materialización. A partir de la Revolución Francesa, puede constatarse un continuo proceso de salvaguarda de dichos principios, contenidos ya en el Artículo Primero de la “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” (1789): 


"Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos”

Es así como leyes y disposiciones, en diversas naciones, han intentado asegurar la Libertad de conciencia, de expresión, de movimiento de las personas; así como la Igualdad ante la ley, ante el acceso a bienes y servicios, ante las oportunidades de desarrollo humano. Nuestra experiencia de vida nos muestra estos principios en su cotidianidad, y cada uno de nosotros encontrará múltiples ejemplos a lo anteriormente planteado.

Pero pareciera ser que la Fraternidad no se encuentra en el mismo grado de desarrollo. A primera vista, pareciera que las leyes o disposiciones no logran dar cuenta de ella, quedando dicho principio fuera de la Declaración de Derechos de 1789. (Y, sobre este punto, Jacques Derrida en Canallas va incluso más lejos: "… si los revolucionarios de 1789 dudaron tanto tiempo en inscribir en el lema republicano la palabra «fraternidad», que no aparece ni en la Declaración de los derechos del hombre, ni en la Constitución de 1793, ni en la Carta de 1830, sino únicamente en un añadido a la Constitución de 1791, es debido a la connotación fuertemente cristiana de dicha palabra. […] François Furet y Mona Ozouf dicen que es «el parentesco entre el cristianismo y la Revolución el que explica la aparición de la fraternidad junto a la libertad y a la igualdad, para completar aquello que ya se sentía como una Trinidad diferente»"). Tanto la Libertad como la Igualdad implican un ámbito de interrelación que puede ser supervisado, en este caso, por el Estado y sus diversos agentes: se encuentran bajo la mirada de lo abiertamente público. La Fraternidad, en cambio, se da en un ámbito de interrelación más íntimo, privado o cercano, quedando fuera de una posible supervisión; es una actitud individual que puede apoyarse en los otros principios, pero, esencialmente, es una disposición de vida. 

Si se la considera como un sentimiento, la Fraternidad busca establecer y mantener relaciones no sólo de igualdad entre las personas, sino de genuino afecto y respeto, tal y como se espera que ocurran entre verdaderos hermanos.
Practicar la Fraternidad en la cotidianidad es un desafío mayor. Claude Levi-Strauss, en una conferencia en la UNESCO en 1971, lo expresó de esta manera:

"Nos forjamos sin duda la ilusión de que la igualdad y la fraternidad reinarán algún día entre los hombres, sin que corra peligro su diversidad”