2.12.12

Como no criticar la Teletón

Durante estos días ha circulado por diversos medios un artículo titulado "¿Por qué odiamos a la Teletón?", el cual ha dado pié a las siguientes reflexiones.
"Teletón" (o "Telemaratón") es el nombre genérico que recibe una transmisión televisiva destinada a la recolección de fondos. Es así como han existido Teletones en distintos países del mundo, muchos de los cuáles se encuentran reseñados en el artículo correspondiente de Wikipedia. Sin embargo, aquí en Chile la fundación de rehabilitación objeto de dicha recolección de fondos lleva el mismo nombre: "Fundación Teletón", lo que genera la imposibilidad de separar adecuadamente la función indiscutiblemente necesaria de la institución (originalmente "Sociedad Pro Ayuda del Niño Lisiado") del circo televisivo, mediático, "artístico" y empresarial que se sucede cada uno o dos años desde 1978. Y al decir circo me refiero precisamente a eso: espectáculo de morbo y excentricidades, en este caso principalmente humanas. ¿De qué otra manera si no considerar la sucesión de cuerpos, tanto los mutilados (por la naturaleza o por los accidentes, a lo largo de toda la transmisión) como los sobreproducidos (vedettes varias y "guapetones" surtidos, sobretodo, aunque no exclusivamente, durante la madrugada)?
Esto hace que una y otra, transmisión televisiva y fundación benéfica, dependan de sí mismas en forma indisociable, tanto en el ámbito jurídico (corporación de derecho privado con personalidad jurídica desde 1986, tal como se puede leer en su sitio web) como en nuestro imaginario, lo cual la vuelve incuestionable. ¿Alguien se atrevería a criticar la función benéfica hacia los discapacitados? Difícil. Pero muchos vemos en forma crítica la forma mediante la cual obtienen fondos. Mientras no haya separación entre el "Evento Teletón" (tal como se lo denomina en su página web) y el Instituto de Rehabilitación homónimo, la crítica hacia el triste espectáculo de este fin de semana seguirá siendo vana.

12.9.12

Pioneros de la educación en Chile: La Escuela Blas Cuevas de Valparaíso

Es habitual que, al trazar la historia educacional chilena, se consigne como el primer hito destacado la promulgación de la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria en 1920, seguida por los gobiernos radicales que, algunos años después, usaron el lema “Gobernar es educar”. Menos conocido es el hito de 1871, cuando se fundó en Valparaíso la primera escuela declaradamente laica, resultado de un largo proceso que requirió varios cambios a nivel institucional a través de los años.
Entre los años 1818 y 1833 Chile tuvo cinco Cartas Fundamentales, y en todas ellas se declaraba al catolicismo como la religión oficial del Estado. La cuarta Constitución, redactada en 1828, mostraba un primer impulso hacia la tolerancia religiosa; pero en 1831 el Congreso sancionó un proyecto de ceremonial en que se obligaba al Presidente de la República y al Vicepresidente a jurar, por Dios y los Santos Evangelios, conservar y sostener la religión católica, apostólica y romana. La Constitución de 1833, marcadamente conservadora, eliminó un artículo que establecía que nadie sería perseguido ni molestado por sus opiniones privadas.
El año 1845 llegó a Chile David Trumbull, pastor presbiteriano que decidió erigir un templo para realizar los ceremoniales de su religión. Este hecho generó controversias y críticas públicas, sobretodo a través de los periódicos, por prácticamente diez años. La gran cantidad de extranjeros avecindados en nuestro país que no practicaban la religión católica veían dificultada su inserción social, principalmente debido a que no existía matrimonio civil, contaban con escasos cementerios de disidentes donde sepultar a sus difuntos, y sus hijos obligatoriamente debían recibir enseñanzas católicas en las escuelas a las que asistían.
El año 1865 se comenzó a debatir en el Congreso una modificación a la Constitución de 1833, concretamente la derogación de su Artículo 5º que señalaba La relijión [sic] de la República de Chile es la Católica, Apostólica, Romana; con exclusión del ejercicio público de cualquiera otra”. No se logró su eliminación ni modificación, pero sí dictar una ley interpretativa del artículo, que permitía a quienes no profesaban la religión católica practicar sus cultos al interior del recinto de edificios de propiedad particular, como así mismo fundar y sostener escuelas privadas para educar a sus hijos en las doctrinas de sus religiones.
A pesar de esta modificación legal, los intentos de la Iglesia Católica por mantener su hegemonía persistieron. En 1868 generó una discusión a propósito de la Escuela Alemana de Valdivia, donde concurrían tanto católicos como protestantes; la dirección de dicho recinto buscó desterrar todo posible litigio religioso y determinó que la educación religiosa debía darse en cada hogar, y no en la escuela. El obispo de Ancud, contrario a esta idea, propuso la designación de un profesor católico para encargarse de la educación religiosa de todos los alumnos. Finalmente fue el propio Ministro de Instrucción Pública, Joaquín Blest Gana, quien debió pronunciarse y respaldar la propuesta hecha por la dirección de la Escuela Alemana.
En este contexto, plantear una educación laica era algo realmente complejo. Fue precisamente lo que hicieron Blas Cuevas Zamora y Ramón Allende Padín, de los cuales haré una breve semblanza.
Blas Cuevas Zamora nació en Lima (Perú) en 1817, pero desde muy pequeño vivió en Valparaíso con su abuela materna, ya que había quedado huérfano. Debió trabajar desde niño para proveer su sustento, pese a lo cual logró poco a poco conquistar su independencia económica, establecerse por su cuenta y formar una familia. Un rico comerciante local, observando sus aptitudes, lo hizo su socio y luego su heredero, ya que carecía de descendencia.
Fue nombrado en 1863 administrador del Hospital de Caridad de Valparaíso, cargo que ocupó hasta su muerte. Gracias a su decidida labor, obtuvo la aprobación en el Congreso de una ley especial que aseguraba la subsistencia financiera de dicho establecimiento mediante un monto de 60 mil pesos anuales, al cual se adicionaba lo recaudado mediante caridad social.
Ramón Allende Padín (abuelo del futuro Presidente Salvador Allende) nació en Valparaiso en 1845, trasladándose a Santiago temporalmente para cursar sus estudios en el Instituto Nacional y posteriormente en la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile.
Afiliado al Partido Radical, fue Diputado por Santiago (1876-79), por Copiapó y Caldera (1879-82), y en 1882 fue designado Senador por Atacama. Además fue presidente del Consejo de Higiene, activo miembro de la Sociedad Médica y dirigente del Cuerpo de Bomberos. Dentro de sus acciones más destacadas están la fundación del periódico Guía del Pueblo y el Deber, centrado en las problemáticas de desarrollo social del país; la redacción de un compendio de moral sin fundamento religioso para uso de los escolares; y sus propuestas de proyectos de ley para la vacunación masiva y obligatoria de la población, y para dotar de bibliotecas a las escuelas y a las comunidades de bibliotecas populares.
¿Cuál era la situación en el ámbito educacional por aquellos años? Dejemos que Juan de Dios Arlegui nos la explique. En un discurso del año 1872 señalaba:
Valparaíso, la segunda población de la república y su primer puerto comercial […] Abriga en su seno más de 15.000 niños en estado de recibir educación y educa menos del 22 por ciento de ellos, dejando 78 por ciento sin recibir educación alguna”.
La Sociedad de Instrucción Primaria de Valparaíso, fundada en 1868 y de la cual formaban parte Blas Cuevas y Ramón Allende buscaba, precisamente, remediar dicha situación mediante la creación de escuelas primarias en los sectores más populosos. Es así como el 25 de febrero de 1872 se inauguró, en el barrio de San Francisco en Valparaíso, una escuela fundada en octubre del año previo que sustituía la enseñanza de la religión por la enseñanza de la moral. Su directorio quedó compuesto por Ramón Allende Padín como presidente; Carlos Renard, vicepresidente; Diego Dublé Almeyda, secretario; Daniel Feliú, tesorero; David Trumbull, Münchmeyer y Antonio Flusseur, directores; todos ellos, miembros de la francmasonería porteña. En recuerdo del amigo que había muerto dos años antes sin haber visto materializado este logro, se nombró a la escuela “Blas Cuevas”, denominación que conserva hasta el día de hoy.
Las críticas, por cierto, no se hicieron esperar. "El Mercurio de Valparaíso" se manifestó contrario, argumentando que sin una enseñanza religiosa era imposible contribuir a una formación moral sólida en la juventud. Por su parte, el gobernador eclesiástico de Valparaíso, señor Casanova, acusó a la Francmasonería de reclutar adeptos a través de la escuela recién creada. Pese a la controversia generada, el Directorio persistió en su proyecto de promoción de una cultura laica. Anexa a la escuela funcionó una Biblioteca Popular, y pronto se inauguró una segunda escuela Blas Cuevas.
El 29 de septiembre de 1873 el Ministro de Instrucción Primaria, José María Barceló, declaró que la enseñanza religiosa no sería obligatoria en los colegios del Estado para los alumnos cuyos padres o tutores solicitasen esta excepción, consolidando a nivel institucional los ideales de laicismo promovidos por ya varios años.
El ejemplo de Valparaíso pronto fue seguido en otras partes del país. En 1874 la Sociedad de Instrucción Primaria de Santiago fundó la Escuela Nocturna de Artesanos y la Escuela “Sarmiento”, que 10 años después recibió el premio a la escuela privada gratuita mejor organizada de la República. En 1875 se fundó la Liga Protectora de Estudiantes Pobres en La Serena, y a partir de ella la Escuela Nocturna para Adultos “Pedro Pablo Muñoz”.
Los últimos meses han traído nuevamente a un primer plano los problemas de acceso a la educación existentes en Chile y, tal como antaño, la institucionalidad ha ofrecido escasas soluciones al dilema. Conocer algunos aspectos históricos pude ayudarnos a conformar una opinión propia sobre la temática en controversia.

23.8.12

La Introducción de los Grundrisse de Marx y su relevancia (4): Comentarios

En textos previos, me he referido a algunos aspectos generales de la Introducción de los Grundrisse de Marx y a sus dos secciones iniciales: la producción en general y la relación general entre la producción, la distribución, el cambio y el consumo. A continuación plantearé algunos comentarios sobre lo ya expuesto.
Las dos primeras secciones de la Introducción de “Grundrisse…” contienen varias críticas planteadas por Marx al análisis tradicional que ha observado en los textos de economía política, a la vez que permiten apreciar su manera de encarar el problema.
Las críticas tienen como elemento común los aspectos relativos al método de análisis. Marx observa que los principales autores de su época (Smith y Ricardo) inician el análisis desde abstracciones, sin considerar las variantes o especificidades de los distintos periodos históricos. Es así como la producción es analizada a partir del individuo (cazador o pescador) pero sin tomar en cuenta que, a lo largo de los siglos, la forma de organización social ha tenido grandes variaciones, y éstas se han reflejado en la producción. Es muy distinto el individuo que produce en forma solitaria para satisfacer sus necesidades (en la ficción de un Robinson Crusoe) que el individuo que produce en el interior de una sociedad que ha distribuido entre sus miembros los medios de producción. El concepto de “robinsonada” es usado en forma crítica tanto en la primera sección de la Introducción de “Grundrisse…” como en la sección “El carácter fetichista de la mercancía y su secreto” del primer capítulo del tomo I de “El Capital”.
El análisis económico que emprende Marx no sólo incluye los elementos históricos propios de cada periodo, sino que además va asociado a aspectos sociológicos, políticos e incluso psicológicos.1 De esta manera, se distancia de los economistas “burgueses” y plantea un método particular, el cual aplica en primer lugar con la producción.
Es habitual en diversos autores iniciar sus análisis con la etimología de cierto concepto, o fijando el momento de su aparición en el habla. Nada más distante del método usado por Marx, quien expone cómo determinado elemento o concepto aparece en nuestro cotidiano, incluyendo las múltiples formas de aparición que puede tener y las distintas relaciones que establece con otros elementos asociados. De esta manera, parte desde la realidad concreta hacia lo abstracto, develando lo que puede estar oculto o subyacente para una mirada general, y exponiendo los distintos niveles de relaciones que determinan su forma particular de aparición.
Es así como llega a plantear la preeminencia de la producción, y como los demás elementos (distribución, cambio y consumo) pueden ser entendidos como momentos de un único proceso. La producción crea el artículo u objeto de consumo, la necesidad y el modo de consumirlo; pero al relacionar éste proceso con la existencia de propiedad privada de los medios de producción, establece al cambio como un elemento propio de la economía burguesa, sustentado adicionalmente por la apropiación efectuada por el capitalista de la fuerza de trabajo del obrero.
A pesar de que “Grundrisse…” no fue escrito originalmente por Marx para ser publicado, sino como apuntes a partir de sus estudios personales, su contenido es altamente relevante. Su lectura es en ocasiones engorrosa, dado su cambiante estilo: por momentos mero esbozo o apunte; en otros detallada y exhaustiva presentación. No obstante estas dificultades, permite un acercamiento al método de análisis, de crítica y de exposición que han sustentado la importancia del pensamiento de Marx hasta nuestros días. A partir de su lectura, pueden aclararse algunos aspectos que en sus obras económicas posteriores son presentados de forma más concisa, a la vez que nos permite apreciar el camino que ha seguido para arribar a ciertas conclusiones fundamentales de dichos textos.

1 Sobre el aspecto psicológico, recuérdese la mención al “objeto interno” que genera la producción.

La Introducción de los Grundrisse de Marx y su relevancia (3): Relación general entre la producción, la distribución, el cambio y el consumo

En textos previos, me he referido a algunos aspectos generales de la Introducción de los Grundrisse de Marx y a su primera sección sobre la producción en general. A continuación se examinará la segunda sección, titulada "Relación general entre la producción, la distribución, el cambio y el consumo".

En los primeros párrafos de esta sección, Marx examina los diferentes rubros con que habitualmente se asocia a la producción. En su exposición no plantea preeminencia de alguna asociación por sobre otra, por lo cual las presento en forma esquemática.
Producción
Los miembros de la sociedad hacen que los productos de la naturaleza resulten apropiados a las necesidades humanas (los elaboran, los conforman)
Distribución
Determina la proporción en que el individuo participa de estos productos
Cambio
Aporta al individuo los productos particulares por los que él desea cambiar la cuota que le ha correspondido a través de la distribución
Consumo
Los productos se convierten en objetos de disfrute, de apropiación individual

Producción
Crea los objetos que responden a las necesidades
Distribución
Reparte los objetos producidos según leyes sociales
Cambio
Reparte lo ya repartido según las necesidades individuales
Consumo
El producto abandona este movimiento social, se convierte directamente en servidor y objeto de la necesidad individual, a la que satisface en el acto de su disfrute

Producción
Punto de partida
Distribución
Momento que parte de la sociedad
Cambio
Momento que parte de los individuos
Consumo
Punto terminal

Producción
La persona se objetiva
Distribución
La sociedad es mediadora, a través de determinaciones generales y rectoras
Cambio
La mediación se opera a través del fortuito carácter determinado del individuo
Consumo
La cosa se subjetiva


SILOGISMO (observable en la asociación)
Producción
Término universal
Distribución
Término particular
Cambio
Consumo
Término singular

Producción
Determinada por leyes generales de la naturaleza
Distribución
Resulta de la contingencia social, y por ello puede ejercer sobre la producción una acción más o menos estimulante
Cambio
Movimiento formalmente social
Consumo
A la vez término y objetivo final

Luego de presentar estas asociaciones, analiza en más detalle la producción y su relación con los demás elementos.

Consumo y producción:
Marx plantea el triple aspecto de la identidad entre consumo y producción:
  1. Identidad inmediata:
La producción es inmediatamente consumo, de dos maneras:
  • Es consumo de las capacidades del individuo en el acto de producción
  • Es consumo de los medios de producción empleados y de la materia prima
Los economistas estudiados por Marx aceptan esta identidad de la producción y del consumo, y la llaman consumo productivo. Este concepto les permite separarlo del consumo propiamente dicho, que resulta “aniquilador de la producción”.1
A su vez, el consumo es inmediatamente producción. Esto ocurre en la producción consumidora, en la cual el hombre, al consumir, se va produciendo a sí mismo (p. ej. al comer y asimilar el alimento) a la vez que aniquila el primer producto.
En el consumo productivo, el productor se objetiva; en la producción consumidora, la cosa creada se personifica (tal como se señala en el 4º esquema previamente presentado).
  1. Como medios uno del otro
Producción y consumo son simultáneamente opuestos e interdependientes. Aparecen como medios el uno del otro y mediados por ellos mismos, estableciendo una dependencia recíproca. La producción crea el “objeto exterior” que será consumido; el consumo crea la necesidad como “objeto interno” que será finalidad de la producción. A decir de Marx, "sin producción no hay consumo, pero sin consumo tampoco hay producción ya que en ese caso la producción no tendría objeto".2
  1. Cada uno de los términos, al realizarse, crea al otro y se crea en cuanto otro
El consumo produce la producción de dos maneras:
  • El producto se hace realmente producto sólo en el consumo, cuando es objeto para el sujeto (previo a esto lo es potencialmente)
  • El consumo crea la necesidad de una nueva producción, el móvil ideal de la producción, ya que genera un objeto interno (subjetivo) en el consumidor. "Sin necesidades no hay producción. Pero el consumo reproduce las necesidades".3
A su vez, la producción crea el consumo de tres maneras:
  • Proporcionándole su material, su objeto.
  • Otorga al consumo su carácter determinado, al proporcionarle su objeto determinado y su modo de ser consumido (p. ej. el hambre como necesidad puede satisfacerse tanto comiendo carne cruda con las manos, como comiendo carne asada con cuchillo y tenedor). La producción crea el consumidor.
  • Provocando en el consumidor la necesidad de productos que se han creado originalmente como objetos, es decir, creando el impulso al consumo.
La producción crea los objetos requeridos para el consumo, y éste a la vez crea el sujeto para el cual dichos objetos son producto.
En el consumo, el producto alcanza su consumación como producto, a la vez que el productor se hace productor. En la producción se crea el modo determinado de consumo, se crea luego el atractivo del consumo, y a través de éste la capacidad misma de consumo convertida en necesidad.

Distribución y producción:
Marx plantea que en la sociedad, la relación entre el productor y el producto terminado es exterior, y el retorno del objeto al sujeto depende de las relaciones de éste con los otros individuos, mediado por la distribución. Señala además que en los tratados corrientes de economía “… los modos y relaciones de distribución aparecen sólo como el reverso de los agentes de producción”.4
Producción
Tierra
Trabajo
Capital
Distribución
Renta territorial
Salario
Interés/Ganancia

Es así como la organización de la distribución queda determinada por la organización de la producción, a la vez que ella misma es un producto de la producción. “… el modo determinado de participación en la producción determina las formas particulares de la distribución, el modo bajo el cual se participa en la distribución”.5
Señala a continuación que economistas como Ricardo han definido como objeto exclusivo de la economía a la distribución y sus formas, concebidas como la expresión más definida en que se fijan los agentes de la producción en una sociedad dada.
Frente al individuo aislado (en este caso el proletario) la distribución aparece como ley social que condiciona su posición en la producción; está destinado al trabajo asalariado, ya que no posee ni capital ni propiedad territorial. Al considerar sociedades globales, la distribución aparece en cierto modo como un hecho pre-económico que determina la producción.
Puntualiza, además, que previo a ser distribución de los productos ella es:
  • Distribución de los instrumentos de producción
  • Distribución de los miembros de la sociedad entre las distintas ramas de la producción; es decir, subsunción de los individuos en determinadas relaciones de producción
La distribución de los productos es resultado de esta distribución previa, incluida en el proceso mismo de producción y que determina la organización de la producción. Por lo tanto, la distribución constituye un momento de la producción.
La distribución de los instrumentos de producción precede y constituye la premisa de la producción. Estos supuestos, en un primer momento naturales, por el mismo proceso de producción se vuelven históricos. Por ejemplo, el uso de la maquinaria ha modificado tanto la distribución de los instrumentos de producción como la de los productos. De allí que Marx plantee la pregunta “¿Cómo inciden las condiciones históricas generales en la producción y cuál es la relación que mantienen con el movimiento histórico en general?”6
A modo de respuesta, analiza las posibilidades que surgen a partir de las conquistas:
  1. Los conquistadores imponen al pueblo conquistado su propio modo de producción
  2. Los conquistadores dejan subsistir el modo de producción del pueblo conquistado y cobran tributo
  3. Se genera un nuevo modo de producción a partir de los modos propios de conquistadores y conquistados (es decir, una síntesis)
Cualquiera de los tres modos de producción resultará determinante para la nueva distribución que se establecerá, que a su vez es producto de la producción histórica (tanto general como determinada).

Cambio (o circulación) y producción:
Marx plantea que el cambio es el momento mediador entre la producción (y la distribución que ella determina) y el consumo, y por lo tanto es también un momento de la producción.
El cambio se encuentra directamente incluido en la producción o determinado por ella:
  1. No existe cambio sin división de trabajo (sea ésta natural o un resultado histórico)
  2. El cambio privado presupone la existencia de producción privada
  3. La intensidad, la extensión y el índole del cambio están determinados por el desarrollo y la organización de la producción.

A modo de conclusión de esta segunda sección, Marx plantea:
  1. Producción, distribución, cambio y consumo son articulaciones de una totalidad, y por lo tanto son momentos de la producción
  2. A partir de la producción, el proceso recomienza
  3. Los otros momentos tienen la capacidad de determinar y modificar la producción
  4. Entre los diferentes momentos tiene lugar una acción recíproca, que es la que permite su influencia sobre la producción

En un último texto comentaré alguno de los puntos presentados en éste y en los previos.


1 MARX, K. Elementos fundamentales para la crítica de la Economía Política. México DF: Siglo XXI, 2007. Pág. 11
2 Ibíd.
3 Ibíd. Pág. 12
4 Ibíd. Pág. 15
5 Ibíd. Pág. 16
6 Ibíd. Pág. 18

La Introducción de los Grundrisse de Marx y su relevancia (2): La producción en general

En un texto previo me he referido a algunos aspectos generales sobre los Grundrisse de Marx, para abordar aquí el tema de la producción en general.

En primer lugar, se analiza lo planteado por Adam Smith en “Investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones” (1843) y por David Ricardo en “Principios de economía política y tributación” (1821), quienes toman como punto de partida del análisis al cazador o pescador solos y aislados. Marx critica esta forma de análisis ya que constituye una abstracción, un desconocer los antecedentes históricos existentes y los aspectos sociales del hombre, que “… hacen de él una parte integrante de un conglomerado humano determinado y circunscrito”.1 Considera que el individuo a través de la historia ha sido en realidad un productor dependiente, y ha formado parte de un todo mayor: inicialmente una familia, que luego se ha unido a otras para formar una tribu, a partir de las cuales han surgido comunidades y, llegada la edad moderna, éstas han dado paso a la sociedad civil.
Para Marx resulta fundamental establecer que, al referirse a la producción, se está refiriendo a la producción en un estadio determinado del desarrollo histórico y social. El tema específico a analizar en su escrito será la moderna producción burguesa. Dado que su propuesta es contraria a las abstracciones será necesario, además, analizar los elementos o factores asociados a la producción, y cómo ésta no es posible sin la existencia de instrumentos de producción y de un trabajo pasado, acumulado u objetivado. A lo largo de la historia los instrumentos de producción han variado, pudiendo entenderse como tales desde la mano del individuo primitivo hasta el capital.
En segundo lugar, critica que habitualmente se presente a la producción como regida por leyes naturales eternas, independientes de la historia, lo cual da pie a considerar las relaciones burguesas como leyes naturales inmutables de la sociedad. Asimismo, se presenta como ley natural e inmutable a la propiedad, justificando así su protección por medio de la justicia y la policía, ya que “… toda forma de producción engendra sus propias instituciones jurídicas, su propia forma de gobierno”.2 Por el contrario, para Marx la historia muestra cómo por mucho tiempo persistió la forma primigenia de propiedad común.

En un texto siguiente abordaré la sección titulada "Relación general entre la producción, la distribución, el cambio y el consumo".

1 MARX, K. Elementos fundamentales para la crítica de la Economía Política. México DF: Siglo XXI, 2007. Pág. 3
Ibíd. Pág. 8

La Introducción de los Grundrisse de Marx y su relevancia (1): Aspectos generales

Habitualmente se considera a “El Capital” como la obra cúlmine de Karl Marx; sin embargo, muchos de sus escritos previos (publicados o no por él mismo) contienen reflexiones críticas que resultan precursoras de dicha obra.
Luego de ser expulsado de París, Marx se trasladó a Londres, donde residió desde 1849 hasta su muerte en 1883. En sus primeros años en dicha ciudad, destinó gran parte de su tiempo a una exhaustiva lectura de los textos sobre Economía Política albergados en la biblioteca del Museo Británico. Los últimos años de la década de 1850 estuvieron marcados por diversas enfermedades de Marx y por serias dificultades económicas, tal como queda reflejado en los fragmentos de cartas que Marcello Musto cita en su trabajo "Marx, la crisis y los Grundrisse”. La crisis financiera de los años 1856 a 1858 hizo resurgir en él y en su compañero Friedrich Engels la esperanza de la revolución obrera contra la sociedad burguesa, convirtiéndose en un fuerte estímulo para continuar su trabajo intelectual pese a las dificultades monetarias y de salud.
Los manuscritos del periodo 1857 a 1858 contienen el resultado de quince años de investigaciones en el ámbito de la economía política. Tal como señala el propio Marx en una carta a Ferdinand Lasalle, fechada 22 de febrero de 1858:
"… hay temas que durante muchos años han sido objeto principal de las pertinentes investigaciones y […] muestran constantemente nuevos aspectos y exigen nuevas reflexiones".1
El material contenido en estos 7 cuadernos manuscritos fue usado por Marx como base para la redacción de “Contribución a la crítica de la economía política” (1859) e incluso de “El Capital” (1867).2 Por la importancia, tanto del material que contienen como por ser una muestra del método de estudio y análisis de Marx, fueron publicados en 1939-41 por el Instituto Marx-Engels-Lenin de Moscú, bajo el título de “Grundrisse der Kritic der politischen Ökonomie (Rohentwurf) 1857-1858” ("Elementos fundamentales para la crítica de la Economía Política” en la traducción al español consultada). Marx, en la misma carta a Lasalle ya mencionada, se refiere al contenido de dichos manuscritos:
"… es la crítica de las categorías económicas o, if you like [si prefieres], el sistema de la economía burguesa expuesto de manera crítica. Es a la vez la exposición del sistema y, a través de esa presentación, la crítica del mismo".3
La Introducción de “Grundrisse…”, redactada entre agosto y septiembre de 1857, está dividida en las siguientes secciones:
  1. La producción en general
  2. Relación general entre la producción, la distribución, el cambio y el consumo
  3. El método de la economía política
  4. Medios (fuerzas) de producción y relaciones de producción, relaciones de producción y relaciones de tráfico, etc.
En esta serie de textos me referiré a los aspectos principales contenidos en las 2 primeras secciones, para luego comentar algunos de los puntos presentados.


1 MUSTO, M. Marx, la crisis y los Grundrisse. Pág. 7
2 Lo cual se hace evidente al comparar, por ejemplo, el inicio del primer capítulo de ambas obras, y observar la similitud de forma y contenido existente entre ellos.
3 MARX, K. Elementos fundamentales para la crítica de la Economía Política. México DF: Siglo XXI, 2007. Pág. xliii

2.7.12

Esbozos numerológicos: El 5

El Cinco (o la Quintaesencia) se constituye como un paso que permite la superación, desde el dominio de la Materia (expresado numerológicamente por el cuaternario) al de la Vida y de la Inteligencia (quinario).

Para la gran mayoría de las antiguas cosmogonías occidentales, el mundo material consta de cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego. La combinación de éstos, en distintas proporciones, generaría el mundo que nos rodea. Sin embargo, el misterio de la vida en general, y de la existencia humana en particular, sobrepasa la comprensión lograda a partir de esta tétrada. Es así como se invoca un quinto elemento para lograr dar cuenta de esta innegable complejidad. Habitualmente se le ha llamado éter y se le ha considerado indestructible e incorruptible, un elemento puramente espiritual, una manifestación del espíritu cósmico, tal y como se ha considerado al alma humana.


Alquímicamente, la Quintaesencia o el quinario es representado por el "Mercurio Filosófico" (unión del Azufre con la Sal), siendo el centro de la cruz que simboliza las polaridades del mundo de la materia (unión de los dos principios primordiales). Es, en este sentido, espiritualización de la Materia.


Desde antaño, el pentáculo o estrella de cinco puntas ha sido usado como símbolo mágico. Dicho emblema, dispuesto con un vértice hacia arriba, puede alojar en su interior la representación del Ser Humano, lo que la enlaza con el simbolismo previamente expuesto de la Quintaesencia. (Invertido, con dos vértices hacia arriba y uno hacia abajo, aloja la cabeza del macho cabrío).


En el Tarot de Marsella, el Arcano V es "El Papa", tradicionalmente concebido como el natural puente o mediador entre el mundo de los hombres (material) y el mundo divino suprasensible. Mismo rol que han tenido los Sumo Sacerdotes en otras culturas y tiempos.


Este trayecto, desde la Materia hasta el Hombre a través del número 5, encuentra además referencias en nuestro propio cuerpo. Espiritualización de la Materia, potencialidad de trascendencia intrínseca a nuestra condición humana, posibilidad de comprender la materialidad a través del intelecto. Los cinco sentidos nos permiten percibir el mundo por medio de las sensaciones corporales, mientras los cinco dedos de la mano nos permiten actuar sobre nuestro entorno.

10.6.12

Éticas libertarias para el Tercer Milenio: Elogio de la Fraternidad


"Libertad, Igualdad, Fraternidad".
La proclama de la Revolución Francesa resulta inspiradora en el quehacer cotidiano, aunque puede ser objeto de reflexión sobre su real materialización. A partir de la Revolución Francesa, puede constatarse un continuo proceso de salvaguarda de dichos principios, contenidos ya en el Artículo Primero de la “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” (1789): 


"Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos”

Es así como leyes y disposiciones, en diversas naciones, han intentado asegurar la Libertad de conciencia, de expresión, de movimiento de las personas; así como la Igualdad ante la ley, ante el acceso a bienes y servicios, ante las oportunidades de desarrollo humano. Nuestra experiencia de vida nos muestra estos principios en su cotidianidad, y cada uno de nosotros encontrará múltiples ejemplos a lo anteriormente planteado.

Pero pareciera ser que la Fraternidad no se encuentra en el mismo grado de desarrollo. A primera vista, pareciera que las leyes o disposiciones no logran dar cuenta de ella, quedando dicho principio fuera de la Declaración de Derechos de 1789. (Y, sobre este punto, Jacques Derrida en Canallas va incluso más lejos: "… si los revolucionarios de 1789 dudaron tanto tiempo en inscribir en el lema republicano la palabra «fraternidad», que no aparece ni en la Declaración de los derechos del hombre, ni en la Constitución de 1793, ni en la Carta de 1830, sino únicamente en un añadido a la Constitución de 1791, es debido a la connotación fuertemente cristiana de dicha palabra. […] François Furet y Mona Ozouf dicen que es «el parentesco entre el cristianismo y la Revolución el que explica la aparición de la fraternidad junto a la libertad y a la igualdad, para completar aquello que ya se sentía como una Trinidad diferente»"). Tanto la Libertad como la Igualdad implican un ámbito de interrelación que puede ser supervisado, en este caso, por el Estado y sus diversos agentes: se encuentran bajo la mirada de lo abiertamente público. La Fraternidad, en cambio, se da en un ámbito de interrelación más íntimo, privado o cercano, quedando fuera de una posible supervisión; es una actitud individual que puede apoyarse en los otros principios, pero, esencialmente, es una disposición de vida. 

Si se la considera como un sentimiento, la Fraternidad busca establecer y mantener relaciones no sólo de igualdad entre las personas, sino de genuino afecto y respeto, tal y como se espera que ocurran entre verdaderos hermanos.
Practicar la Fraternidad en la cotidianidad es un desafío mayor. Claude Levi-Strauss, en una conferencia en la UNESCO en 1971, lo expresó de esta manera:

"Nos forjamos sin duda la ilusión de que la igualdad y la fraternidad reinarán algún día entre los hombres, sin que corra peligro su diversidad”

2.4.12

La tecnología al servicio de la exclusión: El código QR


“Sin embargo, la intensificación del progreso parece estar ligada con la intensificación de la falta de libertad. A lo largo de todo el mundo de la civilización industrial la dominación del hombre por el hombre está aumentando en dimensión y eficacia.”
Herbert Marcuse, Eros y civilización (1958)

La eterna promesa de la técnica es proporcionarnos más “tiempo libre”. Libre para el ocio, para el descanso, para lo que queramos, pero más tiempo. Secundariamente (o al menos secundariamente ante una visión ingenua) facilita un ordenamiento social, una optimización del proceso productivo, la maximización de las ganancias económicas, la facilitación de la recopilación y almacenamiento de información (fin muchas veces no declarado).
El discurso oficialmente inculcado es que la tecnología está llegando a todos: disminución en el precio de venta de artículos tecnológicos, masificación de internet, inclusión de dispositivos tecnológicos en establecimientos educacionales. La democratización de la tecnología nos beneficia a todos por igual. O nos beneficiaría, si no se es tan optimista como el discurso oficial.
Hace algunos días me relacioné por primera vez con los “códigos QR”, presentes como infografía en una exposición de museo y dando la opción de “descarga más información”. Lo que me pareció más llamativo, es que desde la página de inicio del museo no es posible acceder a la página que alberga la información asociada al código QR, no hay enlaces que dirijan a ella.
Luego, viajando en el Metro, pude observar múltiples avisos en los que figura el código QR, principalmente de universidades que ofrecen cursos de postítulo en áreas de negocio o economía; además de una cadena de supermercados que da la opción de comprar productos básicos desde el andén del Metro y después recibirlos en casa, siempre y cuando se viva en comunas “ABC1” de Santiago.
Todos estos códigos conducen a páginas web, las cuales podrían figurar en dichos avisos con su url habitual, pero por supuesto, sería necesario escribirlas para acceder a ellas. El código QR facilita el proceso, reduce el tiempo necesario para acceder a la página, a la vez que se vuelve exclusivo y excluyente. Exclusivo para quienes poseen teléfonos de última generación, con cámara fotográfica incorporada, aplicación de lector de códigos QR y conexión a Internet. Excluyente para todo el resto, ya que ni siquiera da la opción de copiar la dirección url para buscar la página desde un computador con conexión tradicional a Internet.
Algunos denominarán a esto “segmentación del mercado”, usarán términos como “público objetivo”, intentarán centrarse en las ventajas inherentes a esta tecnología. Para mí, esto es tecnología al servicio de la exclusión.