20.5.06

El flujo poetico


Lo de "Chile país de poetas" es algo que oigo desde que tengo uso de razón. Sin embargo, no recuerdo que en el colegio me hayan hecho leer poesía dentro de la asignatura que por aquel entonces se denominaba "Castellano".
Creo que el primer profesor que nos hizo relacionarnos más directamente con ella fue el de música, que en su afán de interiorizarnos en los devenires del "ritmo" nos hizo memorizar diversas poesías y declamarlas con diferentes ritmos y entonaciones. Buen método, pero aislado y no replicado por otros docentes.
Sin duda comencé a tomarla más en cuenta en aquellos extraños años de la adolescencia. Mal que mal, poesía es tradicionalmente sinónimo de romanticismo. Debo haber partido con alguna de las "Antologías" de Editorial ZigZag... Nada del otro mundo. Mistral, Neruda, españoles varios. Pero me resultaban distantes, su vibración no iba con el momento que vivía.
Así buscando llegué a Parra. Su "Obra Gruesa" fue un fiel compañero durante muchas clases de Historia, en que disimulado dentro del texto oficial del curso me permitía amenizar esas eternas peroratas sobre las obras de los gobiernos de La República.
Después vino Benedetti, con esa extraña fusión de poesía cotidiana-pomposa-comprometida-desencantada. "Inventario I" desplazó a Parra, al menos por un tiempo.
La universidad fue casi un temporal. Desfilaron ante mí Huidobro, Lihn, Teillier, Uribe, Borges (... Borges...). Hasta llegar al gran visceral que es Gonzalo Rojas, al que comencé a seguir por el circuito de lecturas universitario del 99 al 2001.
Finalmente abandoné los grandes volúmenes y llegué a los pequeños libros, casi de bolsillo, esos que pueden andar por meses dentro del bolso sin importunar, y que permiten salvar los breves momentos de tedio del día cotidiano con palabras comunes que forman susurros reponedores.
¿Hacia dónde seguirá este flujo?

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