29.11.09

Oposiciones, dualidades y complementos


En todo ámbito de situaciones acostumbramos a trabajar con categorías y clasificaciones de bases dicotómicas, esto es, que generan pares habitualmente opuestos. Si bien esto tiene un claro asidero en los mismos fenómenos naturales (p. ej. día y noche), la posterior adjudicación de un “valor” a cada uno de estos elementos es algo intrínsicamente humano (p. ej. el día es “sereno” y la noche “peligrosa”). Estos “pares de opuestos” son reconocibles en todo ámbito del quehacer humano, y la adjudicación de un “valor” nos lleva habitualmente a optar por aquel que es considerado (social o culturalmente) superior o bueno, en desmedro del que se considera inferior o malo.
Este elemento separador, que genera el par, puede ser artificioso. Siguiendo el mismo ejemplo anterior, si consideramos como unidad el ciclo de rotación terrestre, esto es, las 24 horas del día, podemos considerar que existe una dualidad en él, delimitada por la posición relativa del sol respecto a la tierra en rotación, que genera el día y la noche como elementos distintos pero inseparables del propio ciclo. En esta forma de entendimiento, resulta difícil optar por uno de los elementos del par, ya que la eliminación virtual o real de uno de ellos inevitablemente genera la desaparición del otro. Sin embargo, está claro que ambas parte del ciclo no son iguales, y las posibilidades de acción humana inherentes a cada una de ellas son diferentes. El reconocimiento de ambos elementos de la dualidad nos abre las puertas al uso conciente de las fuerzas propias de cada uno de ellos, sin necesidad de negar alguno.
Considerar a estos elementos como complementarios es reconocer que uno no podría existir sin el otro, que es precisamente esta diferencia relativa entre ellos la que es capaz de generar la categoría que a su vez les otorgará sus atributos distintivos. La filosofía oriental reconoció esta complementariedad hace milenios, y la graficó en el Yin-Yang, donde cada elemento contiene a su contrario, y su división es sinuosa y dinámica.

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