14.12.06

Encuentro con Carver


– Te he traído un regalo – dijo ella cuando apareció en el dormitorio.
Un minuto atrás, el sonido de sus llaves en la puerta de entrada y el rodar de su maleta sobre el piso me habían despertado. Volvía de Santiago. Era Domingo. Eran cerca de las siete de la mañana.
Esbocé una sonrisa y cerré los ojos.

– Te traje un regalo – repitió algunas horas después, mientras tomábamos desayuno en silencio.
Se levantó de la mesa para ir hacia su maleta, en el dormitorio. Por mi cabeza, las posibilidades de regalos giraban como las imágenes en un tragamonedas. La que más se repetía era la de un libro.
Cuando me entregó el misterioso objeto, envuelto en un papel kraft con la leyenda “Librería Altamira”, ya no habían dudas. Si hubiera tenido que adivinar el contenido, habría acertado. “Es de Carver”, le habría dicho. Por supuesto no le dije nada. Me limité a sonreír y a sacar con parsimonia el papel kraft. Raymond Carver. “De qué hablamos cuando hablamos de amor”.

En el último tiempo, Carver se había vuelto un ente misterioso. Había oído y leído comentarios acerca de sus cuentos en infinidad de partes, hechos por escritores o por aficionados a los libros, en diarios, revistas o blogs. Unánimemente, alababan su estilo y su magia para crear relatos breves. La contraparte eran los comentarios de ella: que Carver es demasiado escueto en palabras, que se repite en su forma de escribir, que genera tensión en el relato apelando a la reiteración de un elemento cualquiera, que después no desemboca en nada, que después del cuarto cuento se aburrió y tiró el libro. “Pero creo que a ti te puede resultar interesante”, había dicho la gran mayoría de las veces. Tal vez por lo escueto de palabras, pensaba yo.

Así que tengo mi primer Carver. Una colección de cuentos sobre relaciones íntimas, reseña la contratapa. Dice que en ellos los personajes a veces se despedazan. Recuerdo “El libro de los amores ridículos” de Kundera, y pienso que no deben tener mucho en común.
La miro a los ojos y, sonriendo, le digo “Gracias”.

1 comentario:

paula goñi dijo...

Interesante tu concepto de ella, aunque creo que ya te lo dije, y buen relato